“Yo
había apuntado en la libreta negra una de las frases de su papel,
y
la hora exacta, las nueve y cuarenta y cinco, en que decía esa frase.
Si
me hubieran preguntado el porqué, no creo que hubiese podido
contestar
de forma concreta. Pero ahora lo entiendo mejor; necesitaba
puntos
de referencia, nombres de estaciones de metro, números de
edificios,
pedigrís de perros, como si temiese que, de un momento a otro,
las
personas y las cosas nos esquivasen y desapareciesen y fuera
necesario
conservar al menos una prueba de su existencia.”
Patrick
Modiano. La hierba de las noches.
-¿ Qué será de la muerte de Pepe Nosecuánto?-
-Está enfermo de olvido en el cementerio de
Acebal-
Yo he sido
paciente con mucha gente, hasta con muchos que no lo merecían, descubriendo más
tarde que era posible quitarles tiempo,
importancia, identidad y trascendencia. Hoy –en términos energéticos- he
agotado considerablemente dicha
capacidad y su pertinente potencialidad. Por lo tanto he decidido
disponer de mis escasas reservas para personas que creo lo merecen.
Entre lo que pensaba y lo que pienso, entre lo
que sentía y lo que siento, no busco en el pasado lo perdido o lo evocado,
busco diferenciar las emociones,
alcanzar cierta perspicacia de la conciencia. ¿Cuándo fue el momento en que
deje de temer los viajes largos? ¿En qué
preciso instante deje de ser optimista o pesimista con ciertas relaciones? ¿En
qué invierno empecé a decepcionarme o desencantarme de cómo gira el mundo? ¿Porqué
no me producen más ansiedades los perros que ladran en mis noches?
¿El silencio será una página en blanco?
Llegamos un lunes, la noche estaba cerrada,
las calles oscuras, solitarias y silenciosas como un shabat en Jerusalén.
Pasé por el mercado de las creencias y no
compré nada a pesar del marketing
asfixiante.
A veces no lo puedo evitar, pienso y siento en
verso.
Entre el miedo y la osadía hay una escalera de
peldaños y descansos, empoderarse es un ejercicio de fuerza cotidiano.
Biblioteca Argentina “Dr. Juan Alvarez” MR.
Pres. Julio Argentino Roca 731- S2000CXO.
Rosario. Santa Fe.
En la puerta de la biblioteca que da a la gran
sala de lectura, hay un cartel que reza “Saber es amar, ignorar es odiar”
fragmento extractado de un discurso de Joaquín V. González. Ante tal aseveración me pregunto qué diría “El Maestro Ignorante”
de Jacques Rancière.
Si alguien tiene todas las respuestas, es una
persona peligrosa o mentirosa o ambas cosas.
¿Se podrán educar las expectativas?
Me decepciono al saber que en algún tiempo por
acción u omisión he sido políticamente correcto. A veces he respondido con una
sonrisa social cuándo la mejor respuesta hubiera sido una trompada.
Hay autores muertos, hay lectores muertos.
Pero hay libros que quedan y siempre puede haber un lector nuevo.
Diferencio un
tiempo general de un tiempo individual. El primero rige las transacciones e interrelaciones sociales, las cuestiones
cotidianas de vivir en el mundo, mientras que el segundo es el tiempo de
nuestras elecciones existenciales, entre ellas, la de procurar un tiempo para leer, hacerse
preguntas y reflexionar.
Las gaviotas
revoloteaban en la costa de la playa, giraban en redondo, desorientadas, parecía que esperaban que alguna encontrara
el camino. Tal vez buscaban una corriente que les favoreciera el viaje, o la
cuestión era más seria, una posible hipótesis
era que estaban tratando de encontrar su sentido, la dirección que les
definiera su norte.
Como se podrá
advertir soy muy adicto a las preguntas, algunas son conjeturales, accidentales
o azarosas. Tal vez sea interesante formularse estas sin esperar una gran
respuesta, dejarse fluir entre dos o más respuestas opuestas o simplemente
distintas.
Encontrar en el conflicto el silencio perfecto
y justo, como el que se logra en la música en ciertas melodías, ese espacio
entre dos notas. Lo cierto es que cada uno toma el zarcillo que su naturaleza
le provee y se adapta a sus cuestiones más profundas; desde allí hace las
raíces en un vacío, territorio parecido y distinto a otros de su especie.
Después cada piel nos pertenece con sus
múltiples mudanzas, aunque cada una dure varias temporadas, hasta que una
estación nos cambia la mirada o cuando las rodillas o la columna nos indican
otra marcha.
No renuncio a los viajes y a los
asombros, aunque ahora atempero los
miedos y las expectativas. Tal vez dependo –a veces- de las cartas que el mazo
determina, variables que juegan y no siempre determinan (para no decir que el
azar sea el soberano).
Sería conveniente –cuando llueve demasiado y
el tiempo no mejora- sin renunciar al proyecto, ir a la pesca como en el truco,
ser práctico con las circunstancias, aunque de pragmático tenga mis más bajas
calificaciones.
Cuando el tiempo
persiste en sus nublados y el día de playa
se aleja de nosotros, tal vez sea bueno mirar desde la costa. ¿Pescan algo
aquellos hombres? ¿les da frutos su paciencia? ¿Cuál es el placer en sus horas
de espera? ¿Tal vez el disfrute esté en el fluir de sus tareas?
Alguien me responde que la cosa es más sencilla, que la cuestión es
simple y se reduce a adaptarse, emigrar o morir, o tal vez sean las emociones
más básicas y primitivas aquellos que nos mueve o nos determinan. No hay
indicios de certezas ¿todos los andamios
son construcciones pasajeras?
Cada cual tiene sus respuestas, todas son
interpretaciones, de la fe, de la ciencia, las creencias y las prácticas.
Hay días en que las páginas están en blanco,
hay días en que el cielorraso tiene hongos de negrura,
y hay días en que mi techo está lleno de
pájaros y de colores.
De aquel niño conservo el jugar con la poesía.
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