El hombre empezó a cuidarse de
su lengua
ya que con esta hablaba su
cerebro,
muchas veces se sorprendió
del mal gusto de algunas de sus
palabras
descubrió lo ácido de sus
desprecios,
el sabor amargo en la malicia de
la envidia,
lo irritante de sus decepciones,
lo dulce de sus energías y
alegrías,
el olor graso de su gula,
la irritante sal cuando hería la
espada de su boca,
el descubrimiento agrio de cualquier disgusto.
El hombre empezó a analizar sus
sabores,
los saberes de sus deleites y aquellas repulsiones
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