No hay
“airbags” contra las fuertes emociones
uno
termina tarde o temprano
chocando
de frente o de costado
con
ganancia si no hay lesionados,
el alma o
algo parecido a ella
no tiene
seguro con franquicia
y menos contra todo daño,
de tal
suerte que después de los treinta
se anda
con abollones por todos lados
y de
raspones a diario
-especialmente
en días de lluvia
o de
vientos cruzados,
uno se
convence del costo
de
aquellos golpes
cuando la
humedad le recuerda los dolores.
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