¿Quién educará a los
educadores?  Karl  Marx.
Somos  aquí y ahora, en estas circunstancias,  jardineros 
y no cazadores, aquellos  que
creen  en las potencialidades de las
mujeres y de los  hombres, aún desde
nuestras ciertas y aparentes ignorancias. Jardineros que tienen fe en los
seminarios y en sus labores, esos que no intentan reproducir  en los 
otros   apariencias y semejanzas, por el contrario, los
que adhieren  a encontrar tus únicos y
originales  modos, a ser abridores de
caminos para diferentes  creadores.
Medidores que invitan a andar por el mundo con voz y cuerpo propio.
Somos  los “Eros”  de carne y hueso que sienten deseos y placeres
por los saberes, que ponen en la rueda de los diálogos las viejas y nuevas
construcciones, los que aman tus ganas y tus dones. Los que tienen la firme
convicción y la sostienen, de que si dos, tres, 
o más nos juntamos y aramos, haremos más fértiles  las  tierras que necesitan aquellas  producciones.
Somos a  veces torpes animadores de nuestras lecturas,
acompañantes  -en principio- cercanos a
tus  inevitables golpes, los mismos o
parecidos que hemos tenido nosotros. Pregoneros de cambios que van cambiando,
cuando los  deseos superan  la entropía, cuando podemos  y queremos, cuando somos  pacientes 
en los lugares y los tiempos. Somos  los que inventan estos puentes irrepetibles, los
que te traen algunos  instrumentos, esas
precarias  herramientas de confianza,  y algunas 
llaves que abren  puertas si
quieres transponerlas.
Somos los que se alegran y se
alejan cuando te elevas y vuelas…