sábado, 16 de noviembre de 2013

Reflejos.


Espejada su figura en la calma plana de un lago, mirando el movimiento imperceptible del reposo, la  quietud le invadió su mirada;   fue entonces cuando habló con su doble y se amigó con el otro al conocer  su perspectiva… entre claras y evanescentes imágenes cruzaron sus lenguajes y cada cual entendió sus peleas y aquellas historias sin tratar de cambiar nada.


Como cada momento es único, trataron de imitar las circunstancias, sin necesidad de firma alguna, de ahí en más se reunieron cuando el lago o un estanque estaba calmo.

jueves, 14 de noviembre de 2013

He perdido el metro.


He perdido el metro, esa marca universal, que nos marca,
lo deje olvidado fuera de mi caja de herramientas,
tal vez esté en alguna mesa
o caído del cielo, olvidado,  por el suelo,
para algunos podría ser una tragedia
por aquello del comercio “ y el cobro justo de impuestos”,
aquella  longitud, desde hoy tiene para mí
incertidumbres absolutas y relativas,
más puedo vivir sin ella – me refiero al patrón-
que no se confunda la medida;
inalterable – parecido a dicho calibre-
ha quedado mi vida, quizás un poco más serena,
ahora mido con mi braza con la ambigüedad que implica,
de esta manera, a mi modo de ver
los mapas  tienen fronteras imprecisas,
quizás mi vara es más tosca y artesana,
sólo puedo decir que desde que perdí la citada magnitud,
mis deudas son más flexibles  y mis culpas

más humanas y más chicas.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Los fantasmas heredados.




Se reunían frecuentemente en el sótano, en ese país de sombras, sin que yo lo hubiera notado, algunos tenían cien, doscientos años, o sea, ya existían y gozaban de plena madurez desde mi nacimiento.
Sus nombres –todos- eran de origen italiano y habían crecido entre temores, abandonos  y desamparos. Femeninos y masculinos, algunos solteros, otros casados y juntados, sumisos, pacientes, compulsivos, jugadores, comerciantes, campesinos,  amas de casa.
Ellos tomaban decisiones sin consultarme, me asignaban tareas con invisibles mensajes, que más tarde percibí cuando habían terminado, una herencia de pasivos que me llevó años pagarlos.

La otra noche me han despertado, aparecieron por primera vez, a mis sesenta y tres años. Me anunciaron sus mudanzas, me han dicho que mi alma ya no los alimenta, que se estaban muriendo de hambre, que no entendían porque no les daba mis  víveres, que hasta les había cortado todos los lazos. Decretaron que emigraban, que ya eran tan pobres que ni tenían equipaje, agregaron algunos que ni siquiera podían dejarme una foto, o algún  objeto de su estancia, que su presencia era solo un experiencia emocional intangible e intransferible, que los dolores y o sufrimientos  estaban en las heridas de la historia de mi cuerpo, y que algunas apenas se veían porque ahora mi  conciencia las sanaba. Por último me confesaron que estaban buscando otro huésped más hospitalario.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Diálogos.



La noche en su cámara oscura
abre a la conciencia luces y brumas,
las chispas de unos  instantes en aquellos fotogramas
revela  el despertar de mis veladuras,
de sueño en sueño –esfumadas-
una verdad se hace figura
es la imagen de mi escritura,
de siete a diez  son las palabras que me alumbran,
un coraje extraño  animan mis conjeturas,
entonces las digo 
y siento que transito

un mundo con otros apoyos y otra estatura.

sábado, 2 de noviembre de 2013

El hereje.


                                               ¿Autónomo o Autómata esa es la cuestión?

El señor Nosecuanto  ha optado -sin ningún ánimo guerrero-
de no  tener otros padres al frente,  arriba y los costados,
sólo no ha coincidido con la masa,
se ha separado con respeto  de aquellas mayorías,
de las protecciones y conveniencias de las cofradías,
ha osado vivir sin amos, alejarse de la fila de los fieles y soldados,
ha tomado  amplia conciencia de sus actos
desde hace un tiempo pertenece a la  minoría
¿acaso es inmoral  o un pecado sentir y elegir
 que el hombre es la mayor jerarquía?

El señor Nosecuanto ha definido su cultura,
“el otro” no es su adversario
no blasfemia sus creencias,
sólo camina bajo  la lluvia fina
-esa duda pertinaz-
él  darse cuenta de su frágil  humanidad,
hay una inquisición que lo busca
por la irreverencia de suspender  las creencias,
de dejar algunas preguntas
sin respuestas.