Cabalga en un caballo de ánimos negros y brillantes
ella, suelta, contrasta con livianas sedas blancas
ondulan al viento sus faldas
ingrávidos deseos sensuales le alcanzan
en los finales su esgrima es letal
en la partida, el ajedrez sin fallas
ella viene, a veces, a mi cama fatigada
por las noches con su arritmia acostumbrada
esta cansada de su muerte
una pulsión de amor le llama
angustiada de no sentir nada
su impotencia de no hacer nada
me habla de carencias
de la ausencia de un alma
no reposa, no se cansa, no se agita
ni un soplo vital le acompaña
se desnuda y me pregunta
el misterio de su karma
yo sólo la conozco –efímera-
cuando mi corazón alocado cabalga
en nuestros mutuos dolores intercambiamos
preguntas, prejuicios y mundanales ignorancias
cuando todo vuelve a la calma
ella se va con su silencio eterno -de mi cama-
viernes, 30 de diciembre de 2011
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