Colgado está el reloj pulsera,
inmóvil –péndulo que olvida su tarea –
que sueña a ser plomada
enderezando aquellas rectas,
quizás haciendo la digestión
de las horas consumidas;
de su aparente eternidad
en una olvidada muñeca,
duerme sin estridencias,
no ronca ni se despereza,
de metal su corazón
no anda sin darle cuerda
domingo, 7 de agosto de 2011
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