sábado, 1 de mayo de 2010

El cuerpo esa morada indecible…

La piel vestida sólo insinúa las curvas y el secreto de sus pieles,
a juzgar por su postura ama la “S” por las formas que pronuncia,
ha elegido la ausencia de amuletos, cruces, estrellas y tatuajes,
ocultos arbotantes en sus flancos sostienen sus instantes,
esos cuartos escritos de antemano y otros tardíos - páginas en blanco-
de tanto en tanto unas palabras: placer minimalista de su canto,
un espacio despojado de su bienes y un abovedado cielo de intemperies,
aquella carne nació con el grito inicial de su lenguaje, un pez sereno
en el agua que lo alcanza y en el fondo ese fósforo inquieto de sus llamas,
ha encontrado trampas nativas y heredadas: bosques de su alma,
cada arruga -de góticos cristales- le recuerda agridulces claroscuros,
hoy mira desde lejos sus andamios, las vigas cruzadas de sus arcos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario