La naturaleza humana orienta sus valores de acuerdo a la
cultura, sería interesante preguntarnos ¿Qué somos? y también ¿qué nos pasa
aquí y ahora? Interrogantes que no podría responder sólo un oráculo, respuestas
que tenemos que encontrar nosotros mismos.
Somos frágiles y vulnerables, no nos está dado la perfección
ni la excelencia aunque abusemos de estos términos, sabemos e ignoramos motivo
por el cual seguimos aprendiendo después de chocar varias veces con las mismas
piedras. Hablamos de control a sabiendas de que controlamos muy pocas cosas.
Entre muchas quimeras creemos que seremos eternos (evasión
de nuestro miedo mortal), que alguna vez la medicina curará todas las
enfermedades, que con la bicicleta financiera, si alguno puede entrar en esa
lotería, llegaremos al paraíso conociendo con nuestra precaria erudición que en este mundo no hay paraíso. Crédulos e
ingenuos afirmamos que la inteligencia artificial solucionará todos nuestros
problemas, que podemos dejarle a ella todos los trabajos y todos nuestros esfuerzos.
Y entre tantas cosas algunos creen que su creencia es mejor que las que otros
tienen.
Prefiero construir nuestra novela de vida desde la
fragilidad de la existencia, de encontrarle sentido a este tiempo a pesar de la
precariedad de los instantes, desde esas chispas efímeras construir las relaciones para que funcionen,
tal vez con mucha charla y trabajo, de respetar la palabra aunque no esté
asegurada contra todo riesgo, de salir a
la calle a pesar de los robos y los accidentes, de confiar en la sabiduría de
un sueño con esas formas caprichosas que desaparecen con la neblina de las mañanas. A veces los
momentos, los buenos, los malos y los intermedios son como el humo inaprensible
que se escapa de nuestras manos. Prefiero orientar todos mis quehaceres desde
ese breve instante que a veces se diluye en el aire.
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