¿Qué libros me esperan para ser leídos?
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Leo una frase y la re-escribo, la critico y la vuelvo a
escribir. Perseverar es el oficio.
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Cuando encuentro esa palabra que define lo que siento, en
dos renglones puedo expresar mi sufrimiento o la plenitud del momento.
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Escribe lo que deseas, lo que molesta, lo alegre y lo
triste, el brillo o la opacidad de los instantes, el amor pleno y la soledad de
tus desiertos, lo simple y lo complejo, lo pasajero y lo eterno, lo que te
inquieta y lo que te calma, la neblina o el visible firmamento, distingue y
diferencia el claroscuro de tus colores, escribe…
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No puedo dar cuenta de esa vocación, oficio, pasión o
profesión de escritor, ni cuando fue que aquella voz empezó a ser algo propia;
aunque casi todo ya está escrito, siempre hay antecedentes de lo que uno
considera original.
Pero aquellos ensayos iniciales, las libres lecturas, los
ejercicios en busca de sentido, las largas caminatas por el renglón me transformaron,
de pronto, la palabra estaba disponible, sobre aquellos precarios andamios
podía construir historias, percepciones, miradas, paradojas…
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Ad-miro a las lectoras y lectores voraces, en el taller de
escritura Imelda me recomendaba diez libros por encuentro, yo sólo alcanzaba a
compra uno y lo leía en un mes, en ese lapso anotaba en una ficha lo que me
parecía significativo.
Soy un lector muy lento, mi método es intervalado,
lectura-descanso, tengo la continuidad de leer casi todos los días aunque no
llego a más de una hora en cada tramo. Apenas llego a ser un modesto lector, a
pesar de estas descripciones y aclaraciones puedo decir que me siento orgulloso
de conocer las orillas de ese maravilloso universo llamado literatura.
Tal vez mis lecturas hayan sido tardías, uno aprende después
de mucho tiempo, experiencia, teoría y reflexión son condiciones para un
aprendizaje, en algunas cosas me hubiera gustada saberlas mucho antes…
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