Persiste esa llovizna en el paisaje. A través de la ventana de vidrios opacos, la neblina evanescente del camino no nos deja ver cuándo emprender el viaje. A veces continúan los días húmedos y fríos en el ánimo.
Cuando el
viento sopla en contra es aconsejable
esperar. No todo dura para siempre. En tiempos de penumbras,
precariedades e intemperies es necesario ser constante. Comer solo lo que hace
falta.
A veces,
contrario a mis conceptos, la alegría y
la tristeza es una ruleta que juega con sus monedas. Semejante a las inclemencias
del tiempo, hay una suerte en el sorteo de aquellas energías. Merecidas,
adquiridas, injustas, justificadas, gratuitas, ingratas…
Desapacible
este domingo de Julio. Nadie quiere juntarse a comer un asado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario