jueves, 28 de abril de 2022

Casa deshabitada.

 


“Ante el dolor de los demás” (libro de Susan Sontag) uno también se reconoce, como podemos ser empáticos si no nos acercamos al lugar de los demás. Es difícil hablar del dolor  y más aún del sufrimiento, cuando uno escribe o habla sobre él, se reconoce humano, vulnerable. Muchos huyen de esa pesadumbre como si nunca los fuera a alcanzar, sin ellas no aprendemos. Ellas son parte de la vida, la literatura abraza todo lo humano, todo lo contiene, no esquiva lo incómodo, lo bello, lo triste, lo alegre, lo grato y lo ingrato.

A veces el roce de una tristeza ajena también nos invade

 

Visitamos la casa de alguien que había muerto hace más de dos años, pandemia en el medio. Ahí estaban los vestidos en el ropero sin un cuerpo que ponerse. Los libros -ladrillos olvidados- que nadie volvió a leerlos.

Los objetos de los viajes, siempre inertes, que han perdido los recuerdos, los espejos oscuros que duermen su sueño, en el ambiente hay un perfume de encierros. El reloj sin movimiento borra el pasado, aquellos momentos.

 

A la noche, al principio sin saberlo, me invadió esa pena extraña…

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