Creo que no sé porque la amo, cosa que me libera de
complejos y arriesgados razonamientos, solo me basta con sentirlo, algunas
preguntas se cristalizan en el tiempo y sus
respuestas gozan de un silencio
perpetuo.
Tampoco he tenido en este aspecto ningún manual de
instrucciones, todo lo que nos pasaba y nos pasa no figura en la bibliografía, lo más cercano digno de
entender esta en ese juego de ficción y realidad tan propio de la literatura.
Otra gran ventaja es que nuestras pertenencias
inmateriales –oxímoron perfecto- no están sujetas o sujetadas a mediciones o
controles de sofisticados instrumentos.
Las vida con sus variadas y múltiples circunstancias
siempre ofrecen la exploración y búsqueda de alternativas tan necesarias en
todo proceso para generar nuevos inventos y proyectos.
Lo cierto es que algunos se extrañan y otros se alegran de
que vayamos por las calles tomados de la mano, nos ven envejecer juntos – que
no es poco y agradezco- que tratemos de que la cosa funcione, de que podamos dar cuenta de las arrugas de nuestras
historias sin tratar que el otro cambie, charlando mucho y perdonando nuestros sordos momentos.
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