En la turbidez clara de los años
detrás de esas incipientes cataratas
entre la opacidad de los ojos
y la incompleta sabiduría de la conciencia
un niño me acompaña a jugar
en el
cuento de nuestras letras
¿quién escribe?
¿quién cuenta?
lo veo ensayar en la borrosidad de su neblina
la arriesgada osadía- el deporte de sus alquimias –
metales, patines, bicicletas, aventuras de
sudores
las divertidas caídas en el arenero de sus
días
yo acaricio la sustancia de aquel germen inicial
un perfume fresco nos acompaña
los aromas del principio
el hallazgo de las mutuas aventuras
con esa materia invisible
le doy forma a mis nuevas esculturas
la sustancia
es de la misma poesía