Por aquellas calles poco transitadas
esas solitarias que tienen el orgullo
de pertenecer a una minoría olvidada,
el viajero advierte en las noches de luna
las luces que mueren o nacen en las ventanas de sus casas,
no está prohibido hacer por ellas una
caminata calma,
tal vez por el aire más puro
o por la ausencia de ferias
innecesarias
o por algo que absorbe las
estridencias
las percepciones son más claras,
en las veredas hay un remanso que
desacelera la marcha
y rodea amorosamente los laberintos
del alma,
se invita a exagerar las dimensiones
a jugar con el propio ritmo
a sentir los perfumes naturales
a mover el cuerpo a nuestro modo,
-allí y ahora- el mundo no está en
guerra
“la ambición descansa”
y en los bordes de las ochavas vive
también
lo que no se mide, lo que no cuesta nada
cosas inapropiables, inusuales en cantidades industriales,
en el refugio fugaz de una chispa
eléctrica
algo arde, calienta, despierta,
todas las preguntas son interrogantes
interesantes
que escapan del guión de las respuestas ya elaboradas ,
las hormigas están de paro
las bicicletas tienen alas
los bichitos de luz nos acompañan
hay un circo de colores a tres
cuadras,
...de pronto una lluvia de ideas
nos moja las entrañas,
el paisaje no se repite
son obras que la mente instala, arma,
se puede ensayar de todo
con los deshechos de la mañana,
se pueden hacer payasadas
se puede pintar en las fuentes de la
plaza
nubes sobre las aguas,
cielos con barcos en las hamacas,
toboganes con turistas sin mapas,
yo necesito esas calles
asombrarme, extrañarme, curarme con
palabras
hacer esos ejercicios de coraje, disfrutar
del eterno aprendizaje