jugadores
blancos y negros
se
ponían los uniformes de sus regimientos,
los
relojes marcaban lo que quedaba del día
de
la noche o los inviernos,
los
muertos de pie en los márgenes del tablero,
alguien
diría que es un deporte, un juego,
la
guerra, un arte, un refugio,
una
forma de vivir el momento,
las
mujeres y los hombres pensaban
entre
uno y otro desplazamiento,
aquello
no era un pasatiempo,
entusiasmo,
disciplina, disfrute y esfuerzo,
proletarios
y reyes quedaban al final del encuentro,
no
había títulos ni dinero de por medio,
sólo
el placer de sentirse pleno,
ese dejarse
fluir con aquellos movimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario