Dejo que mi cuerpo –yo mismo-
repose en los sutiles movimientos
-no en la pereza de su entropía-
dejo que nade en sus vacíos
en los espacios de mi esqueleto,
acuerdo que no se quede estanco en sus dolores
que vaya y vuelva por sus amores,
lo invito a que evapore sus lagos
en una lluvia suave y fina,
a que modele sus formas
en letras de arcilla,
a que ignore los espejos
y se refleje en otros
igual que los cristales
ondulantes por el cercano río,
a que habite todas sus casas
y valore sin balances y testamentos
sus gustos y sus disgustos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario