El niño juega con una serenidad perfectaJohan Huizinga.
Algunos hombres andaban por los sesenta,
- uno - entre ellos
ya no podía empezar un truco con un dos,
ni sostener la mentira del envido ,
-de pronto- decidió cambiar las cartas,
de toda su baraja no se quedo con ningún naipe conocido,
libre al asombro, a una suerte de aventura:
sintió jugar con todo -igual a un renovado niño-
quiso inventar otro juego
y dar de nuevo.
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