jueves, 22 de julio de 2010

Pompeya.

De aquellas cenizas y sus lavas
- hoy frías –
“ ante el tiempo”
donde estuvo el fuego y la pasión
en las huellas pasajeras de sus ruedas y sus días

¿que fauno nos protege
de aquel tanatorio de objetos
y afectos perdidos?
cuando la época era otra
y nosotros los mismos

aunque cambien los paisajes
y estas apariencias
y sus ropajes
¿quién mantiene lo sagrado
de esta tierra de humanos?

¿qué perdura en ese imprevisible
movimiento de los años?
la constante que sostengo
más allá de las marcas de mis guerras,
esa flexibilidad que no es blandura
sino la persistente idea y el amor

han cambiado los templos y sus dioses,
vendemos y compramos mitos,
se suceden religiones,
y los circos vuelven de sus ruinas,
aún perduran mármoles y bronces,
los brazos amputados de los brazos que imagina

en la arqueología cultural de mis fragmentos,
miro los años de aquellas lejanías,
en escala y perspectiva,
en el reloj de sol
en las inestables figuras de sus sombras,
en las coordenadas del instante, el espacio y sus climas.

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