Necesitaba que el frío le pegara en la cara,
que la incomodidad le madurara en las entrañas,
entre los ocres silenciosos y lentos del domingo,
a contramano: el celeste intenso -a lo lejos-
y el frío húmedo de ese invierno,
¿qué amarillas hojas le quedaban al árbol de sus versos?
jueves, 7 de julio de 2011
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