el niño tiene aquellos ojos de cielo
el color del mar en el
ánimo,
esa brisa que le impulsa
su mirada hacia la
vida,
brillo de aventura y sueño en lejanía,
desde el umbral de su casa
el hijo único vigila,
busca señales de utopías
las estrellas que titilan
la negrura que ilumina,
guarda, cuida, atesora
una visionaria alegría,
ese cristal de neblinas
mañana será poesía,
juguetes y juegos
que la soledad imagina,
la fruición de la palabra
en su cercanía,
el niño observa el horizonte
y desde el horizonte
el hombre lo mira,
dos viajes en el mismo día,
desde las mismas aberturas
parecidos paisajes
en sus retinas.