viernes, 7 de septiembre de 2018

El partido.




Los primeros minutos del partido estuvimos cuidando la posición, tanto las blancas como las negras. Hasta el medio juego las acciones no producían sobresaltos en ninguna de las dos defensas, estas formaciones superaban los primeros ataques.

Yo notaba a medida que avanzaban  los minutos  que el ala derecha de las negras empezaba a debilitarse y hacia ella procuré iniciar los ataques.

Percibía  mi  excitación, la pasión por jugar,  la concentración en cada movimiento, el foco atencional en todo el campo de juego, la fatiga mental que empezaba a notarse, el miedo a cometer errores no forzados, la sensación subjetiva del esfuerzo, la hipertonía en algunos gestos, el diálogo interno,   el aumento de la frecuencia cardíaca, la transpiración, la fruición en cada jugada, el aumento de la temperatura en mi rostro, la respiración irregular, la adrenalina en todo  mi cuerpo, el entusiasmo por la victoria y al mismo tiempo  el temor a  la derrota,  la energía puesta en cada acción, la sequedad en mis labios,  la sed, el hambre,  los ruidos de mis intestinos…

Jugué  Ah5  (+) y las negras abandonaron…

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