martes, 31 de marzo de 2015

Block de notas.



                        “Yo había apuntado en la libreta negra una de las frases de su papel,
                        y la hora exacta, las nueve y cuarenta y cinco, en que decía esa frase.
                        Si me hubieran preguntado el porqué, no creo que hubiese podido
                        contestar de forma concreta. Pero ahora lo entiendo mejor; necesitaba
                        puntos de referencia, nombres de estaciones de metro, números de
                        edificios, pedigrís de perros, como si temiese que, de un momento a otro,
                        las personas y las cosas nos esquivasen y desapareciesen y fuera
                        necesario conservar al menos una prueba de su existencia.”
                        Patrick Modiano. La hierba de las noches.


-¿ Qué será de la muerte de Pepe Nosecuánto?-

-Está enfermo de olvido en el cementerio de Acebal-



Yo he sido paciente con mucha gente, hasta con muchos que no lo merecían, descubriendo más tarde  que era posible quitarles tiempo, importancia, identidad y trascendencia. Hoy –en términos energéticos- he agotado considerablemente dicha  capacidad y su pertinente potencialidad. Por lo tanto he decidido disponer de mis escasas reservas para personas que creo lo merecen.



Entre lo que pensaba y lo que pienso, entre lo que sentía y lo que siento, no busco en el pasado lo perdido o lo evocado, busco diferenciar  las emociones, alcanzar cierta perspicacia de la conciencia. ¿Cuándo fue el momento en que deje de temer los viajes largos?  ¿En qué preciso instante deje de ser optimista o pesimista con ciertas relaciones? ¿En qué invierno empecé a decepcionarme o desencantarme de cómo gira el mundo? ¿Porqué no me producen más ansiedades los perros que ladran en mis noches?


¿El silencio será una página en blanco?


Llegamos un lunes, la noche estaba cerrada, las calles oscuras, solitarias y silenciosas como un shabat en Jerusalén.


Pasé por el mercado de las creencias y no compré nada a pesar del  marketing asfixiante.


A veces no lo puedo evitar, pienso y siento en verso.



Entre el miedo y la osadía hay una escalera de peldaños y descansos, empoderarse es un ejercicio de fuerza cotidiano.

Biblioteca Argentina “Dr. Juan Alvarez” MR.
Pres. Julio Argentino Roca 731- S2000CXO. Rosario. Santa Fe.


En la puerta de la biblioteca que da a la gran sala de lectura, hay un cartel que reza “Saber es amar, ignorar es odiar” fragmento extractado de un discurso de Joaquín V. González.  Ante tal aseveración  me pregunto qué diría “El Maestro Ignorante” de Jacques Rancière.



Si alguien tiene todas las respuestas, es una persona peligrosa o mentirosa o ambas cosas.



¿Se podrán educar las expectativas?


Me decepciono al saber que en algún tiempo por acción u omisión he sido políticamente correcto. A veces he respondido con una sonrisa social cuándo la mejor respuesta hubiera sido una trompada.


Hay autores muertos, hay lectores muertos. Pero hay libros que quedan y siempre puede haber un  lector nuevo.



Diferencio un tiempo general de un tiempo individual. El primero rige  las transacciones  e interrelaciones sociales, las cuestiones cotidianas de vivir en el mundo, mientras que el segundo es el tiempo de nuestras elecciones existenciales, entre ellas, la de  procurar un tiempo para leer, hacerse preguntas y reflexionar.


Las gaviotas revoloteaban en la costa de la playa, giraban en redondo, desorientadas,  parecía que esperaban que alguna encontrara el camino. Tal vez buscaban una corriente que les favoreciera el viaje, o la cuestión era más seria, una posible hipótesis  era que estaban tratando de encontrar su sentido, la dirección que les definiera su norte.



Como se podrá advertir soy muy adicto a las preguntas, algunas son conjeturales, accidentales o azarosas. Tal vez sea interesante formularse estas sin esperar una gran respuesta, dejarse fluir entre dos o más respuestas opuestas o simplemente distintas.


Encontrar en el conflicto el silencio perfecto y justo, como el que se logra en la música en ciertas melodías, ese espacio entre dos notas. Lo cierto es que cada uno toma el zarcillo que su naturaleza le provee y se adapta a sus cuestiones más profundas; desde allí hace las raíces en un vacío, territorio parecido y distinto a otros de su especie.

Después cada piel nos pertenece con sus múltiples mudanzas, aunque cada una dure varias temporadas, hasta que una estación nos cambia la mirada o cuando las rodillas o la columna nos indican otra marcha.



No renuncio a los viajes y a los asombros,  aunque ahora atempero los miedos y las expectativas. Tal vez dependo –a veces- de las cartas que el mazo determina, variables que juegan y no siempre determinan (para no decir que el azar sea el soberano).
Sería conveniente –cuando llueve demasiado y el tiempo no mejora- sin renunciar al proyecto, ir a la pesca como en el truco, ser práctico con las circunstancias, aunque de pragmático tenga mis más bajas calificaciones.
Cuando el tiempo persiste en sus nublados  y el día de playa se aleja de nosotros, tal vez sea bueno mirar desde la costa. ¿Pescan algo aquellos hombres? ¿les da frutos su paciencia? ¿Cuál es el placer en sus horas de espera? ¿Tal vez el disfrute esté en el fluir de sus tareas?


Alguien me responde que  la cosa es más sencilla, que la cuestión es simple y se reduce a adaptarse, emigrar o morir, o tal vez sean las emociones más básicas y primitivas aquellos que nos mueve o nos determinan. No hay indicios de certezas  ¿todos los andamios son construcciones pasajeras?
Cada cual tiene sus respuestas, todas son interpretaciones, de la fe, de la ciencia,  las creencias y las prácticas.


Hay días en que las páginas están en blanco,
hay días en que el cielorraso  tiene hongos de negrura,
y hay días en que mi techo está lleno de pájaros y de colores.


De aquel niño conservo el jugar con la poesía.







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