miércoles, 16 de abril de 2014

Abundancia.



Yo no imaginaba esa cosecha,
que  los amores dieran tantos árboles
con sombras de ternuras,
que una lluvia persistente y fina
favoreciera aquellos crecimientos,
que aquellas raíces de savias y perfumes
alumbrara hijos y amores en mi pecho,
yo que había demorado las semillas
se me llenó  de girasoles el firmamento,
y vinieron del norte y del sur
la caricia de los vientos,
del este y el oeste los  alimentos,
el vino añejo de los encuentros,
sólo era cuestión de reflejar y resonar
aquellos dones de la infancia,
que afuera sea algo parecido a lo de adentro,
sólo era cuestión de emancipar mi palabra,
mirar el horizonte detrás de esa neblina,
oler los aromas de la gente, rozar la piel de mis contactos,

escuchar la música insondable de los afectos…

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