viernes, 4 de octubre de 2013

Dialógica y dialéctica de la vida cotidiana.



Primer cuadro.
Llegué a los inexplorados paisajes del inconsciente,
desde aquella desnudez inicial ,  sin muchas herramientas,
pacientemente elegí las partes – algunas incoherentes todavía- ,
con laberintos,  recreos  y fatigas,
dejé que la almohada en silencios  des-hiciera sus enigmas,
sin darme cuenta se juntaron todas las fichas
-entre mis  juegos con  precaria disciplina-
le di sentido a mis pedazos en las complejas paradojas de la vida,
en el extenso órgano de la piel
cuando las circunstancias calientan o se enfrían;
por otra vía les saqué  los excesos a los bordes de mis aristas,
-ese tronco de añeja madera que en mis ojos existía-
por el suelo quedaron las astillas –las  que ya no servían-
de  aquellos viajes no me quedan mapas ni guías,
no puedo volver porque es de ida, 
no hay bitácora  y ni fotografías,
las palabras encontradas  a la imagen siempre se  opondrían,
entre ellos siempre hay una neblina.


Segundo Cuadro: Neuroplasticidad.
Un grupo de neuronas decidió andar por aquellos circuitos apagados
afrontando la noche, los ruidos disonantes  y aquella incertidumbre de los desamparos,
si uno rompe los hábitos de los tradicionales pasos encuentra calma en esos barrios,
eso sí, es necesario suspender las creencias para ver  otras cosas del otro  lado
que se puede vivir de otra forma,  con otros modos, de otras   maneras,
cuando se hace  silencio  por esas veredas, a veces aparece una idea nueva.

Tercer cuadro: Leer y escribir.
Con la misma mano que eliges
escribes, esculpes, sientes, piensas
y con cualquier dedo que señalas–te señalas-
la otra mano, por hermana que parezca
no es melliza ni gemela,
mira distinto, tiene otra experiencia,
te cuenta otras novelas,
una es escritora ausente
más también  lee,
anverso y reverso
están en uno.



Cuarto cuadro: Análisis

Al despertar de aquel sueño
empezó a armar un todo impreciso
con los pequeños trozos,
en la disección de algunos recortes
-claves de un  lenguaje oculto-;
luchaba contra el embrujo
de las respuestas fáciles,
en esa seducción de los libros de autoayuda,
con los modelos de yeso y utilería,
trató de ser afable con el mismo
en el ejercicio de preguntarse,
sabía que si uno no escarba sus dolores
sufriría toda su vida,
las astillas salieron   
los nudos se cortaron
de la madeja que los envolvía


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