miércoles, 17 de agosto de 2011

En el fondo es un buen tipo… (relato de ficción).



Hablábamos de un colega exitoso, si se entiende como “exitoso” el paradigma de la cultura dominante en el mercado, es decir: un sojero de las relaciones humanas, alguien que practica el monocultivo de las emociones, ese arquetipo artificial dependiente del costo-beneficio, cuya singularidad es el total alejamiento a la ternura.

Ninguno de los cuatro sentados a la mesa, tiene esta cosmovisión, aunque tampoco ninguno podía afirmar que, en algún momento de nuestras vidas, ese falso éxito no nos haya deslumbrado con sus marquesinas. Ya viejos -tal vez un poco menos inmaduros- tales pececitos de colores no nos asombran en absoluto.

El citado, masculino o femenino – en términos policiales- no ha cambiado mayormente, sigue siendo algo trepador, medio manipulador, un poco descalificador, falsamente democrático, exitista, oportunista y mezquino.


El sábado inglés, suele modificar sus hábitos, habla con total bonhomía, y el domingo parece adquirir extraños hábitos evangelizadores, y hasta con su guitarra canta canciones progresistas. El lunes muda de indumentaria y de ornamentos.

Convenimos que no ha cambiado en sus formas, pero en el fondo es un buen tipo…

sábado, 13 de agosto de 2011

Y si.



“…cambiar de lugar algo propio.”
Tamara Kamenszain.

¿reemplazamos una palabra
en los renglones de las diarias mañanas?

¿prolongamos y sostenemos el silencio,
antes de una respuesta?

¿hacemos una pequeña mudanza
eligiendo otro lugar para ese mueble?

¿ le decimos ¡buen día! al día
aunque llueva?

¿inventamos un capítulo nuevo
en las narrativas de nuestras historias?

¿creamos un personaje mediador
que hable con los fantasmas?

¿ aceptamos lo mucho
o poco que somos?

¿y si le sacamos el herrumbre
al ancla de un barco herido?

domingo, 7 de agosto de 2011

Reloj pulsera.

Colgado está el reloj pulsera,
inmóvil –péndulo que olvida su tarea –
que sueña a ser plomada
enderezando aquellas rectas,
quizás haciendo la digestión
de las horas consumidas;
de su aparente eternidad
en una olvidada muñeca,
duerme sin estridencias,
no ronca ni se despereza,
de metal su corazón
no anda sin darle cuerda